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NOVELA SEGUNDA OLEADA DEL 68: NARRATIVIDAD Y POSTMODERNISMO

   El entusiasmo experimentalista disfrutó de corta vida. El cultivo más extremado de los procedimientos vanguardistas se va extinguiendo según avanzan los primeros años setenta. Los abusos habidos provocan además rechazos explícitos. El empeño de los setenta, tras la fiebre vanguardista, será superar complicaciones y retorcimientos.

     Frente a tanto formalismo y tanto desprecio de la anécdota apareció una solución urgente: la recuperación del viejo arte de contar, nuevo camino común donde confluían distintos senderos. Estos compartían un deseo de modernidad, no se trataba del retorno a viejos modelos de realismo convencional. Uno de ellos reniega de la experimentación y del venecianismo, hace incluso mofa de todo esto, pero busca asimismo la modernización que acomete reclamando el rescate de la tradición oral, de la narratividad y el cervantinismo. Otro camino cercano aunque distinto fecunda la aleación de formalismo, narratividad y distanciamiento que se convirtió sin tardar en el emblema de los nuevos tiempos.

    La reacción inclinó la balanza hacia el extremo contrario. La anécdota novelesca cobró inusitado prestigio y se reivindicó el relato de aventuras. Se descubrió el placer de la narratividad y se proclamó la necesidad de novelas en las que sucedieran cosas.

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